martes, 4 de diciembre de 2007

03-12-07 SINTRA Palacio da Pena





Ya sólo quedamos en Lisboa los alcalaínos (bueno, los residentes en Alcalá, para ser más precisos). Los carbajalinos han "volado" y esta mañana se encuentran currando en distintos lugares de la geografía española.
Decidimos ir a Sintra, a visitar el Palacio Nacional de Pena. El viaje de ida y vuelta y tren fue muy divertido. Mis chicas entretuvieron a los niños a la ida jugando al escondite bajo los abrigos y a la vuelta, haciendo unos trucos de magia con una "manzana", que ni Tamariz, vamos.
Inolvidable el viajecito en autobús, por aquella carreterita llena de curvas y con una pendiente del 40 %. Vaya botes todo el camino; parecía la montaña rusa. Es curioso, porque todos los que viajábamos en el autobús éramos españoles. Luego no os extrañe que allí me sienta como en casa.
No tuvimos mucha suerte con el tiempo. El día estaba muy nublado y no nos permitió disfrutar de las vistas desde los minaretes del Palacio. Arturo iba con la idea de que aparecería una princesa por allí en cualquier momento y es que, la verdad, la niebla le daba al lugar un aspecto de cuento de hadas.



El Palacio Nacional de Pena fué una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el siglo XIX y constituye una de las máximas expresiones del estilo romántico del Siglo XIX en Portugal. El 7 de Julio del 2007 fue elegido como una de las Siete Maravillas de Portugal (las otras son: el Castillo de Guimaraes, el Castillo de Óbidos, el Monasterio de Batalha, el Monasterio de Alcobaça, el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém. Como podreis comprobar, hemos visitado casi el 50 % en tres dias).


El Palacio es el resultado de una curiosa mezcla de estilos: medieval, mudéjar, rococó. Con sólo subir unas escaleras pasas de los patios de la Alhambra a las dependencias de Luis XIV.

Y es que el terremoto de 1755 que asoló la capital portuguesa, también afectó a Sintra y al monasterio que se encontraba allí. Estas ruinas únicamente conservaban intacta la capilla. Fernando de Sajonia adquirió el monasterio en 1838 y la enorme propiedad de la montaña de Sintra, dentro de la cual se encontraban diversas villas o el llamado Castillo de los Moros (Castelo dos Mouros).
La reconstrucción fue lenta y costosa, pero finalmente se convirtió en un recinto exuberante en el cual se pueden contemplar diferentes estilos que van desde el neogótico hasta al neoislámico, pasando por el neorenacimiento y una visión pseudomanuelina que convierten el espacio en un ambiente claramente exótico


Esta puerta, que tanto nos llamó la atención, es el arco de entrada al convento, flanqueado por dos torres, que se decoró enormemente con relieves para imitar al coral.
Sobre este arco, sujetando una ventana superior, se colocó una figura en relieve de un ser híbrido medio-pez medio-hombre, saliendo de una concha, con una cabeza cubierta por cabellos que se convierten en un tronco de parra, cuyas ramas están sujetadas por los brazos del personaje.

Este conjunto se conoce como el pórtico de Tritón y fue diseñado como "una alegoría de la creación del Mundo" porque la figura muestra de alguna manera la relación entre los cuatro elementos.






Al terminar la visita, bajamos de nuevo en el autobús para comer. Ahora ya llueve con ganas, y no está la cosa para recorridos turísticos.
Probamos el vinho verde y un pescado riquísimo en la "Tasca do Manel", y siguiendo con el turismo gastronómico al que somos tan aficcionados, no podían faltar las "queijadas", dulces -cómo no-, y típicas de Sintra.

Al finalizar el día, cada uno tomó su camino. Y de vuelta a la rutina diaria. Hasta la próxima.


Lo dicho, de esta en veinte y esta que no se cuente.




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